Entrevistamos al autor de 'El Manantial'
Primero nos sorprendió con 'La Guerra de la Dobe Muerte' (Almuzara, 2010), y ahora nos revuelve las tripas con macabros y escabrosos juegos con 'El Manantial' (Dolmen, 2012). Él es Alejandro Castroguer (Málaga, 1971), escritor, un tipo exigente consigo mismo que antes de los mencionados libros escribió otros que acabó destruyendo por voluntad propia. Hoy, Castroguer nos cuenta en Spoiler Zombie todo aquello que le pasa por la cabeza, las andanzas de su última novela y algún que otro futuro proyecto. ¿Qué no sabes de quién hablamos? Pues ya estás tardando en leer esta entrevista. Pulsa 'continuar leyendo', conoce a Alejandro y adéntrate en su mundo...
Spoiler Zombie: Alejandro, antes de nada, ¿puedes hablarnos brevemente de ti para que los internautas que lean esta entrevista te conozcan mejor?
Primero nos sorprendió con 'La Guerra de la Dobe Muerte' (Almuzara, 2010), y ahora nos revuelve las tripas con macabros y escabrosos juegos con 'El Manantial' (Dolmen, 2012). Él es Alejandro Castroguer (Málaga, 1971), escritor, un tipo exigente consigo mismo que antes de los mencionados libros escribió otros que acabó destruyendo por voluntad propia. Hoy, Castroguer nos cuenta en Spoiler Zombie todo aquello que le pasa por la cabeza, las andanzas de su última novela y algún que otro futuro proyecto. ¿Qué no sabes de quién hablamos? Pues ya estás tardando en leer esta entrevista. Pulsa 'continuar leyendo', conoce a Alejandro y adéntrate en su mundo...
Spoiler Zombie: Alejandro, antes de nada, ¿puedes hablarnos brevemente de ti para que los internautas que lean esta entrevista te conozcan mejor?
Alejandro Castroguer: Joder, tengo ya más de cuarenta tacos. Es lo que tiene nacer antes de la primera película de 'Star Wars' o del terrorífico 'Tiburón'. Tengo una hija de algo más de dos años, que es lo mejor de mi vida. Me encantan el jazz y la música clásica, así como el buen cine. Me gusta escribir desde que era un mocoso, allá por la época de 'Alien, el octavo pasajero' o 'La cosa'. De alguna manera ha sido la constancia la que me ha permitido dar el salto al mundo editorial, el hecho de no desfallecer durante la travesía de esos veinte años de escribir sin obtener resultado alguno. En el 2010 Almuzara apostó por 'La Guerra de la Doble Muerte'. Y desde entonces todo es un no parar de escribir y barruntar proyectos.
SZ: Tu mujer, Vanessa Benítez Jaime, también es escritora. ¿Cómo es eso de pactar con el diablo y que, a su vez, te pueda hacer competencia?
AC: Ella me soporta, lo que ya es bastante. Es casi una santa. Porque cuando me encierro dentro de una historia y estoy en pleno ejercicio de escritura, nadie me puede molestar. Así que ella cuida de la pequeñaja. Escribe a ratos perdidos, y por ello únicamente relatos. Aún no ha dado el salto a la novela. Ya te lo diré cuando escriba una y yo pase a ser el marido de Vanessa Benítez Jaime.
SZ: En una entrevista a ESMATER aseguraste que vas "un poco por libre" en cuanto a tu estilo narrativo, que no tienes una referencia clara. ¿Cómo describirías tu forma de escribir?
AC: Intento dotar a mis obras de la mayor literatura posible. Hay quien dice que mi estilo es eso, muy literario o poético. Creo que esa es la diferencia. Y tal vez, además, que me gusta desafiar al lector con historias exigentes, que requieran para el ejercicio de la lectura de un lugar tranquilo, un sofá y un café o una copa. Nada de lectura de metro.
SZ: Después de leer 'El Manantial' y la dureza de algunos pasajes, hay personas, entre las que me incluyo, que te tienen algo de miedo. ¿Puedes decirnos algo tranquilizador o es recomendable tenerte ese miedo?
AC: Adoro a mi mujer y a mi hija. En la novela ha aflorado mi parte más canalla y depravada. Esa que, cuando me enfado, afirma: prefiero pasar por hijoputa antes que por tonto.
SZ: ¿Cómo surgió la idea de escribir esta novela?
AC: ¿En serio? Ahora no lo sé con exactitud. Tal vez del deseo de hacer algo muy bestia, que llevaba cocinándose en la caldera de mi cerebro desde hacía meses. A veces uno empieza la novela en torno al título. Este no fue el caso. O en torno a un personaje. Tampoco fue así. O alrededor de una idea. Creo que fue de esta manera cómo cuajó la historia.
SZ: Antes del inicio de la novela, matizas lo siguiente: "La violencia extrema practicada por los personajes de mi nueva novela es exclusiva de ellos [...] son ellos los responsables de las torturas y salvajadas que practican, y no yo". ¿Eso quiere decir que tienes a Abel y Verona por ahí escondidos y te cuentan sus andanzas?
AC: Era una manera de decir que no comulgo con sus actitudes, ni su manera de afrontar la supervivencia. Nada más. Son una exageración a través de la cual hablar de la violencia, del poder que se ejerce con ella, ya sea mental o física.
SZ: Abel y Verona, los protagonistas el 'El Manantial', son dos jóvenes que nunca han salido del instituto, y no conocen nada más allá de sus paredes. Al margen de sus grotescos juegos, ello les trae consecuencias como falta de vocabulario, desconocimiento del mundo exterior, etc. ¿Cómo ha sido la construcción de estos dos personajes?
AC: Necesitaba a dos personajes que hubiesen crecido en el transcurso de la barbarie. Por eso situé la acción 15 años después de la Noche del Desastre. Precisaba de un chico y una chica. He de manifestar que mi mujer me ayudó con los nombres. Era imprescindible elegir dos que se clavasen en la memoria del lector. No valían José y Eva, por ejemplo. Luego fue cuestión de dotar a cada uno de los detalles positivos y negativos con los que hacerlos atractivos.
SZ: No nos asustes, ¿te has encontrado a alguien como en ellos alguna vez?
AC: Ni siquiera he soñado con ellos. Si acaso sólo viven en el papel. Bien es cierto es que en Avilés, durante el festival Celsius 232, la leyenda dice que Abel me sustituyó en la presentación que tenía allá de la novela cuando tuve un pequeño accidente y no pude asistir a la misma. Incluso algunos afirman haber visto el vídeo en Youtube que certifica este hecho.
SZ: ¿Por qué un instituto? ¿Contemplaste más opciones donde refugiar a tus personajes?
AC: Míralo como una metáfora de la muerte de la enseñanza. Casi un chiste retorcido. ¿Dónde pueden crecer dos incivilizados como Abel y Verona mejor que en un instituto? Además, en los institutos hay especimenes como ellos en la actualidad. Si no me crees, pregúntaselo a los profesores de secundaria. Otra cosa es que no vayan empuñando martillos en clase.
SZ: Durante la novela, se hacen muchas referencias a la simbología católica, al parecer, en tono de burla. Incluso da la sensación de que Verona representa la imagen de la mujer maltratada que, finalmente, es capaz de evitar el dolor de sus heridas y luchar contra su agresor. ¿Se puede interpretar como críticas hacia la iglesia y al maltrato?
AC: Es muy evidente el tono despiadado con que los personajes usan (sin ser consciente del todo) el lenguaje católico. Mea culpa, me acuso de haber dejado que mi parte más gamberra se filtrase en sus voces. El bautismo, la evangelización, la iglesia... son perversiones usadas por ellos que, si te paras a pensarlo durante un segundo, no lo son tanto. ¿O es que la evangelización de América a manos de los españoles no fue menos traumática? Respecto del maltrato, sí. Verona sufre un evidente caso de maltrato psicológico, y en ocasiones físico. Y como las mujeres maltratadas a veces sufren una dependencia que las aboca al más terrible final. Este aspecto de la pareja es menos lúdico que la del vocabulario perverso cristiano.
SZ: En algunos pasajes, parecen haber referencias a tu anterior novela, 'La Guerra de la Doble Muerte'. ¿Existe algún tipo de conexión entre ambos escritos?
AC: Ninguna, salvo más allá de este detalle mínimo del doctor Hawthorne, constructor de cadáveres. Es un guiño que sólo entenderán los que han leído la anterior novela y esta entrevista.
SZ: Mientras escribías 'El Manantial', ¿la compartiste con otras personas para que te dieran su opinión?, ¿se sorprendieron de su crudeza?
AC: Únicamente con Antonio Calzado, que publicará en breve en Dolmen 'La muerte escarlata'. Y sí, se sorprendió de su fiereza. Es más, cuando le pregunté si debería incidir en los detalles más cruentos de la historia, me dijo que no. Que en ese caso me excedería. Que era muy dura, que no le hacía falta más.
SZ: ¿Cuál fue la primera reacción desde la editorial Dolmen cuando les hiciste llegar el manuscrito de 'El Manantial'?
AC: Ya sabían que recibirían una burrada como esa. Así que no hubo problema. Es más, mi editor, Jorge Iván Argiz, me instó a ello: no vamos a censurar nada de nada, de modo que escribe con enterar libertad.
SZ: Hablemos ahora sobre otros asuntos. ¿Por qué crees que hoy el genero zombie, sobre todo en literatura, está en auge particularmente en España?
AC: Por la misma causa por la que en los años treinta del siglo XX fue posible el auge de las películas de la Universal. Allí camparon a sus anchas Drácula, Frankenstein, el hombre Lobo, etc... Ahora son los zombis, más modernos y más impersonales que aquellos. Según mi modesto entender, este auge se debe, en parte, a la crisis que asola nuestro mundo, como reflejo o espejo de la misma.
SZ: ¿Piensas que a medio o largo plazo el público puede quedar saturado de muertos vivientes?
AC: Si se edita y se filma sin cuartel, sin cuidar el producto, no me cabe la menor duda. A medio plazo se habrá muerto el zombi, y no le hará falta un tiro en la cabeza.
SZ: Existe un debate a raíz de las características que debe tener un zombie por defecto. En 'La Guerra de la Doble Muerte', tus muertos poseían raciocinio, algo que no tienen en 'El Manantial'. ¿Quiere decir esto que no tienes un prototipo de zombie definido? En caso de que sí lo tengas, ¿cuál es?
AC: No, uso al monstruo en función de mis necesidades literarias. En 'El Manantial' precisaba de zombis encefalograma plano para potenciar a los personajes vivos, a Abel, Verona y los extranjeros. Por el contrario, en 'La Guerra de la Doble Muerte' quise que hablasen ellos, que nos contasen sus penas. Porque nunca entendí que lo que creara George Romero en el año 1968, el zombi lento y bobo, fuese “palabra de Dios. Te alabamos, Señor”. Al menos para mí este hombre no es Dios. Respeto su mérito... pero yo no podía, ni quería, ser un adepto más a esa religión. Me pega más la etiqueta de ateo.
AC: Editar una obra que no se adscriba plenamente al género del terror. Espero que el año que viene pueda ver la luz la novela que algunos dicen que es mi mejor obra, 'La Octava Noche'. En tanto no consiga demostrar que detrás de Castroguer hay algo más, no regresaré al terror.
SZ: ¿Quizá una segunda parte de 'El Manantial'? El final parece dejar alguna puerta abierta...
AC: En mi ánimo no está el que haya segunda parte. Hombre, si se vendiesen 50.000 ejemplares de 'El Manantial' lo mismo me lo pensaba.
SZ: Acabamos aquí. Muchas gracias por tu atención, Alejandro. Sigue así de bien y que tengas mucha suerte.
uh parece interesante atrae como miel voy a leer este libro arrivederci
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