¡Ayyy, 60 paginitas ya! Estoy muy contento. Puede que me plantee la posibilidad de dar hasta un saltito de pura alegría ¡La Zombitácora se va haciendo poco a poco más gruesa! Vamos cogiendo cuerpo... vamos entrando en vereda, vamos entrando en vereda... Vamos entrando en ese pueblo llamado Vereda... Muy bien todo. Cuando llegue a las cien, haré una recopilación. Lanzaré al mercado una recopilación de las cien Zombitácoras. Lo llamaré "Cien años de ebriedad". ¿Te parece una mierda el título? Pues haz tu propia sección y llámala como quieras. Editaré el libro, llegará a ser un jodido best-seller, me haré rico y me iré de este país para no veros las caras NUNCA MÁS (de pronto montó en cólera muy fuerte sin ninguna razón. Se desdijo completamente del amor que profesaba al inicio).
Joder, esta entrada es especialmente fácil de hacer. La razón no es otra que Whatsapp. No es que vaya a decir aquí que Whatsapp nos vuelva zombies (que si), sino que vengo a referirme a Whatsapp como canal. Más como continente que como contenido, me explico: todo ocurrió una tarde de trabajo en mi frío y oscuro laboratorio. La débil señal wifi peleaba frenética por no desprenderse de mi teléfono móvil. El "modo vibración" hizo imperceptible el mensaje que acababa de recibir y el incesante ruido de los refrigeradores, al que estoy lamentablemente habituado, hizo el resto. No fue hasta pasado un rato cuando encontré que una lectora, de nombre Delia, me pasó una información que podríamos clasificar de suculenta y desalentadora a partes iguales: suculenta por la utilidad intrínseca del producto que anunciaba y desalentadora por el hecho de no haber escuchado antes nada sobre ella. Con gente así, da gusto escribir en un blog. Delia, gran zombie. Mejor persona.
Para resumir, se trata de la razón definitiva para salir a correr. No, y no tiene nada que ver con manifestar tus derechos en una plaza pública frente a una brigada policial. Se trata de zombies... ¡Que no, leches, que no hablo de las fuerzas del "orden"! Zombies... !Cerebros y esas cosas, ya sabes! Y solo necesitarás tu móvil. ¿Quieres saber más? Pues dale a eso que pone "Continuar leyendo", verás que guay. Aprovecha ahora que estás tranquilo y lee todo esto, que mientras lees, no delinques, delincuente.
Joder, esta entrada es especialmente fácil de hacer. La razón no es otra que Whatsapp. No es que vaya a decir aquí que Whatsapp nos vuelva zombies (que si), sino que vengo a referirme a Whatsapp como canal. Más como continente que como contenido, me explico: todo ocurrió una tarde de trabajo en mi frío y oscuro laboratorio. La débil señal wifi peleaba frenética por no desprenderse de mi teléfono móvil. El "modo vibración" hizo imperceptible el mensaje que acababa de recibir y el incesante ruido de los refrigeradores, al que estoy lamentablemente habituado, hizo el resto. No fue hasta pasado un rato cuando encontré que una lectora, de nombre Delia, me pasó una información que podríamos clasificar de suculenta y desalentadora a partes iguales: suculenta por la utilidad intrínseca del producto que anunciaba y desalentadora por el hecho de no haber escuchado antes nada sobre ella. Con gente así, da gusto escribir en un blog. Delia, gran zombie. Mejor persona.