Creo que en los más de veinte
posts que llevo publicados no he mencionado mi formación en
biología. Efectivamente, antes de meterme de lleno en este proyecto
tan... ambicioso, yo era una persona relativamente normal que estudiaba
una carrera relativamente normal. Nada durante aquellos días rodeado
de pliegos de plantas, pipetas e interminables rutas metabólicas iba
a presagiar la terrible misión que tenía preparada para mi el
destino. ¿O si?
Pudo ser una mañana cualquiera,
durante una clase cualquiera de zoología, los detalles quedaron
fuera del alcance de mi memoria empujados por una avalancha de datos
que lograron sacar de una ensoñación perpetua al bulbo prefrontal
de un alumno más interesado en la biología que no se puede ver que
en animales. Ese día fue diferente. La profesora advirtió que
lo que íbamos a ver a continuación era algo desagradable, lo que no
hizo más que agudizar los sentidos de aquellos representantes de la
insensible generación perdida entre los que me encontraba.
Abrió un reproductor de vídeo y
pudimos ver a un saltamontes común forcejeando con él mismo en un
recipiente con agua. No parecía nada diferente a un insecto que por
accidente había caído en un charco, si no fuera porque a los pocos
segundos un gusano enorme comenzó a salir de su interior dejando al
saltamontes para el arrastre. Habíamos asistido todos a una bella y,
en ocasiones, turbadora demostración de lo que el mundo del
parasitismo es capaz de hacer. Pero ahí no acababa la cosa. Cuando
todos estábamos ya a salvo y nos disponíamos a volver a garabatear
nuestras respectivas libretas, la profesora dio un dato que superaba
con creces la crudeza de lo que acabábamos de ver. Por lo visto el saltamontes se
había precipitado a la masa de agua involuntariamente preso de una
espeluznante alienación por parte del gusanito de marras, le había
privado de todo atisbo de voluntariedad ¡El gusano había convertido
al pobre insecto en un zombie!
Así que, a raíz de un twit de
Armageddon en el que enlazaba a una noticia sobre un hongo que
transformaba una especie de hormiga en “zombie” y a la aportación de Diana, antigua compañera de clase, decidí dedicar
una página de la zombitácora a este escalofriante tema. Para ello
haré un breve repaso por un número discreto de casos dentro de un
universo que se extiende hasta los lugares más insospechados.
El primer amiguito con el que nos
encontramos es un insecto que trae de cabeza a los entomólogos
taxonomistas que intentan colocarlo en algún grupo y que no
logran ponerse de acuerdo por lo raro que es el condenado. Por ahora
pertenece al ordenStrepsiptera y su ciclo es todo un drama familiar.
De los dos, el macho es el que tiene vida libre, es decir, el que
vuela y busca activamente a la hembra, mientras que esta permanece
alojada en el interior de un hospedador que puede ser desde una
cucaracha hasta una mosca dejando asomar solo la cabeza a través de
los segmentos abdominales. Pero no creáis que es el macho el único
que se lo curra aquí para buscar pareja. La hembra, aprovechando su aventajada
posición, libera un chute de feromonas al hospedador para que este
se dirija sin rechistar a una zona suficientemente visible para que
el macho la encuentre. El macho llega y, mientras el pobre hospedador
lobotomizado soporta el affaire parasítico en su espalda, la
fecundación da lugar. Días después las crías salen al exterior
tras haber devorado a la madre desde su interior y se disponen a
conocer a otro amable anfitrión que tenga a bien cederle la mitad de
su asiento. Si alguno pensaba que tenía problemas en su familia, que
esto le sirva de consuelo... ¡peor que Hamlet!
Strepsiptera hembra
Strepsiptera macho
Nuestro siguiente sujeto tiene
nombres y apellidos. Se llama Schistocephalus
solidus y también tiene lo
suyo. En este caso se trata de un céstodo primo de la tenia
intestinal que amarga la vida a los pobres peces que la ingieren sin
querer. Pongámonos en situación: imagina que eres un pez y sabes
que sobre la superficie del agua se encuentra tu enemigo en forma de
ave, un ave que se relame cada vez que ve tu silueta nadando y
que está preparada para abalanzarse sobre ti en el momento en que
tenga la menor oportunidad. ¿Qué haces para remediarlo? Lo más
sensato sería mantenerse lo más lejos posible del exterior,
¿cierto? Además de efectivo es barato, a menos que te
hayas zampado uno de estos ejemplares, porque si has tenido la desgracia de hacerlo veras como, aunque no lo quieras, acabas nadando
cada vez más y más arriba, engordas con el valor añadido que eso
supone para el pájaro ¡E INCLUSO TE CAMBIA EL COLOR PARA QUE NO
PUEDAS ESCONDERTE! Y al final te conviertes en pasto de las aves inevitablemente.
Claro, luego esta incuba la larva en su interior, se reproducen, hace
sus cosas y los huevos salen con las heces para cerrar el maravilloso
y hermoso ciclo de la vida.
"Aquí ya no tenemos na' que hacer... ¡Pa' fuera!"
Y seguimos con los gusanos. Son conocidos como “horsehairs”,
pertenecen al phylumNematomorpha y son los protagonistas de esta entrada. Efectivamente,
hablo de este gusano que puede llegar a medir hasta un metro según
la especie y que convierte al grillo o al saltamontes en una
macabra marioneta. Afecta a su sistema nervioso de forma que el insecto se
precipita inconscientemente a la masa de agua más cercana porque, si
bien el hospedador no es un muy buen nadador que digamos, el gusano se las apaña
bastante bien en el agua. Sabe lo que se hace. No hace falta decir
mucho más. Os paso este vídeo para que degustéis todos los
detalles. No es un grillo, pero las mantis también pueden ser
parasitadas, de hecho este gusano tampoco le hace ascos a algún que
otro crustáceo.
Pasamos
a los hongos. En este caso es Cordyceps,
un encanto que infecta a sus hospedadores para facilitar todo lo
posible la dispersión de las esporas. Fijaos hasta qué punto tienen la
técnica perfeccionada que el hongo infecta el insecto en el
momento ambiental adecuado, es decir, en las condiciones de humedad,
luz y temperatura óptimas para garantizar que la descendencia llega
a buen recaudo. Para ello el hongo modifica la conducta natural de la
hormiga para hacer que se dirija a zonas altas entre la vegetación y
que, desde esa improvisada atalaya del horror, las esporas salgan
disparadas de los tubérculos que nacen a la pobre hormiga enajenada.
Un pariente lejano de este género de hongo es Ophiocordyceps,
del que hablaba la noticia que twiteó Armageddon, que modifican la
voluntad de la hormiga infectada para hacerla acabar en una fosa
común donde liberar las esporas en una orgía de vida y espanto.
"Cariño, ¿qué te has hecho en el pelo?" "Calla, calla, ya veras cuando te cuente..."
¡Un percebe! Si, si, más bizarro todavía. Ahí va otro golpe franco
directo. Se trata de Sacculina,
un género dentro del grupo conocido como Cirripedia, el de los
percebes, solo que en este caso es incluso más tétrico que el
propio percebe. Vamos, no me fastidies, el percebe no es un animal
que apetezca... seamos sinceros... Sigamos. Sacculina
encuentra un cangrejo y automáticamente se da el flechazo. El tío se escabulle entre
las articulaciones buscando las zonas blandas e infecta el cangrejo
dejando en la superficie ventral posterior una bolsa donde se
localizan las larvas del percebe parásito. Ya de por si no es algo
que guste de escuchar, pero es que el parásito hace que el cangrejo
hembra transporte, cuide y disperse las futuras larvas como si fueran
sus propios huevos. ¿Y qué pasa con los machos? A los machos les
priva tanto de voluntad como de hombría. El macho ve modificado su
rol en el proceso de apareamiento adoptando las funciones de la
hembra, es decir, no solo transporta y cuida los huevos del parásito,
sino que cuando estos se disponen a eclosionar, el cangrejo hace el movimiento típico
de las hembras para agitar el agua circundante y que los huevos se
dispersen como es debido. Reparto de tareas.
"Hoy me siento mujer"
En el mundo del parasitismo abundan los gusanos y para muestra, otro
más. En esta ocasión es el género Leucochloridium
del phylum de los platelmintos. Estos se aprovechan de la bondad de los
caracoles que, por accidente, ingieren las larvas de este sujeto tan
simpático las cuales se alojarán en el sistema digestivo de este para
acabar creciendo y saliendo por la parte delantera del caracol,
concretamente por los tentáculos oculares (al parecer con cierta
preferencia a hacerlo por el izquierdo, tal es el punto de
exquisitez). La cosa es que a los pájaros no les gustan mucho los
caracoles, o mejor dicho, no les son especialmente apetecibles. De hecho
estos tienden a alojarse en lugares oscuros y húmedos fuera del
alcance de los primeros. Dados los antecedentes creo que no os
sorprendería que os dijese que el parásito crece imitando a una oruga en la forma y color
para que, al asomar por la jeta del caracol este sea más apetitoso
para el inocente pájaro y que, además, hace que al caracol le entre
unas ganas repentinas de tomar el Sol.
Ojos que me deslumbran, esa mirada tierna y seductora...
¡Esto sigue rodando! Otro platelminto. Otro gusano que, a pesar de no
generar ningún tipo de “zombificación”, lleva a cabo uno de los
ciclos vitales más terribles y enrevesados que conozco. En primer
lugar, la primera fase larvaria es ingerida por caracoles y cuando
los han exprimido pasan a su hospedador secundario, un anfibio que
aun se encuentra en fase de renacuajo. Lo que pasa a continuación es
poco menos que escalofriante. La presencia del parásito hace que la
rana crezca con una serie de espeluznantes deformaciones hasta tener una
rana prácticamente incapaz de moverse y, por tanto, presa fácil
de... si, de las aves de nuevo. Aquí tenéis una muestra de los
prodigios que Ribeiroia es capaz de orquestar en el interior de una rana.
"Paco, ¿te vienes a hacer footing?" "Déjalo, si eso luego..."
Y seguimos con los platelmintos. Si decíamos que el anterior gusano
tenía un ciclo de vida extraño, Dicrocoelium dendriticum no
se queda atrás. Los caracoles también están envueltos en esta
espiral de engaños macabros. Estos se ven atraídos, por lo que sea, por las
deposiciones de las vacas donde se encuentran las larvas, ansiosas
por comenzar otro ciclo en el tracto digestivo de otro animal. Pero
cuidado, el caracol aquí reacciona y ve que algo no funciona como es
debido, así que decide deshacerse del parásito en forma de pequeños
quistes que va dejando atrás en su parsimonioso y baboso camino. Y
resulta que estos quistes son terriblemente atractivos para las
hormigas, que las ingieren y en cuyo interior el gusano grita feliz:
¡Qué empiece la fiesta! Modifica la conducta de la hormiga y hace
que al caer la noche, para evitar los estragos del Sol, sienta un
irrefrenable deseo por alcanzar los brotes más altos y verdes del
prado, engancharse ahí y esperar a que una vaca le hinque el diente
al tallo con premio incluido. ¿Y si no hay éxito y por lo que sea
no pasa ninguna vaca por allí? Bueno, no pasa nada, todo está bajo
control. Ponte tranquilo Darwin. La hormiga vuelve a la normalidad,
vuelve con su familia en la colonia hasta el siguiente atardecer
cuando volverá a alcanzar la cima más alta del campo. Así una y
otra vez hasta que alguna vaca se zampa la hormiga. El parasitismo hecho
tenacidad. Una hormiga jodida. Jodida pero responsable y consecuente.
"A todo esto, ¿Qué coño hago yo aquí subio?"
He aquí el artista D. dendriticum.
Bueno, moscas también. Estas también se las traen. El género Pseudacteon pone los huevos en el interior de una hormiga y las larvas se las apañan
para llegar a la cabeza y licuar su interior. Cualquiera
pensaría que la hormiga acaba sus días de insecto en esta fase del
ciclo, pero no, nada más lejos. No la hubiera incluido en este review. Además, es uno de los casos más clamorosos de similitud insecto – zombie que he
encontrado. La hormiga con la cabeza hueca, lejos de caer fulminada,
continua vagando indefinidamente y sin rumbo hasta que el
tejido no aguanta más y la cabeza cae, convirtiéndose en una
magnífica cámara de pupación para la mosca. Ya sabéis, la regla
de las tres R: Reciclar, Reducir... y Reutilizar.
"Noto una presencia..."
"Yo por la evolución me quito el sombrero,
la cabeza y lo que haga falta"
"Los quiero como si fueran míos"
¿Quién no ha soñado con tener una horda particular de zombies para
protección y servicio propio? Bueno, probablemente nadie en su sano
juicio, pero en el mundo animal tener la capacidad de manipular a tus
vecinos puede ser de gran ayuda, tal y como nos muestra el último
caso. Os hablo de la avispa Glyptapanteles, cuya fase larvaria es capaz de colonizar otras especies como
Lymantria dispar la cual pasa de se una feliz oruga a dejarse la piel para proteger
las pupas de la primera a capa y espada. Cuando esta es infectada, se
inclina sobre las pupas, las cubre con su seda y permanece inmóvil por si un posible depredador se cierne sobre estas, momento en el cual
comienza a agitarse violentamente para ahuyentar al enemigo. Tal es
la dedicación que pasa de alimentarse hasta que los
capullos eclosionan y la oruga muere extenuada.
Nos sorprendemos y horrorizamos gratamente al ver las barbaridades que
salen de las mentes de los directores del cine más gore. Ardemos en
deseos de experimentar la cruda batalla entre el humano y el zombie.
Disfrutamos de todo esto en el sofá de nuestra casa o en la cómoda
butaca del cine, pero de puertas para afuera la naturaleza nos
muestra su cara, digamos, menos amable en ocasiones superando con
creces la imaginación del mejor productor de ciencia ficción.
¿Quién dijo que la biología era aburrida? Vigilad vuestras espaldas.
Que ascazo de gusano... aunque por otro lado, es un enemigo realmente poderoso, escurridizo y eficaz.
Realmente me ha sorprendido mucho lo que he leído al respecto. No he acabado de entender bien lo de que el saltamontes se convierte en zombie... quiero decir, que el gusano salió de él, verdad? como en el vídeo que aparece, que por cierto, que largo que puede llegar a ser!! y es rápido en el agua!! (No me gustaría encontrarme uno de esos, aunque espero que estén muyyyyyy al fondo del océano). A lo que iba, ¿¿quieres decir que el saltamontes seguía vivo??
Antes que nada, bienvenida y gracias por preguntar.
Normalmente los ciclos de vida de los insectos suelen ser considerablemente complicados, lo que les hace más interesantes desde el punto de vista evolutivo. Eso es lo más bello del parasitismo... mejor dicho, lo único bello del parasitismo xD. Pero la naturaleza es pragmática en todos sus aspectos y el pobre saltamontes es solo un medio para el gusano. Escurridizo y eficaz, tú lo has dicho.
Sinceramente dudo que el huésped siga vivo después de que semejante gusano salga de su interior, de hecho no he encontrado nada que diga lo contrario. Sin embargo te gustará saber que el gusano tiene que ser cuidadoso en su proceso de infección, pues tiene que aprovecharse del saltamontes (o la mantis o lo que sea que parasite) sin llegar a matarlo hasta lograr alcanzar la fase adulta, o si no tu me dirás de qué sirve molestarse en parasitarlo. De la misma manera, la presencia del gusano anula completamente toda actividad reproductora del huésped... pero el motivo por el que lo puse aquí es porque la larva crece en el interior del saltamontes y logra ingeniárselas para mantenerlo vivo el suficiente tiempo como para completar su ciclo vital, hacer que el saltamontes se precipite a algún charco o derivados (pues es la única manera de que el gusano pueda salir), encontrar una pareja, tener descendencia... me voy a emocionar... No se sabe del todo cómo logra el gusano modificar el comportamiento del saltamontes, es decir, el sistema nervioso de un insecto es bastante simple, pero cuando hay neuronas por medio, la cosa se complica.
Pero en realidad esto no es tan común como parece. En vida libre, es decir en la naturaleza fuera del alcance de biólogos sin escrúpulos como un servidor, esto no se da con muchísima frecuencia, lo que ocurre es que el aspecto que tiene llama mucho la atención. Por cierto, no tienes que preocuparte por este animal en concreto cuando te bañes en la playa... en la playa hay otras cosas, pero no abundan los Nematomorfos xD. De hecho el apelativo "horsehair" viene del aspecto de "pelo" que tiene y de que se podían encontrar en abrevaderos, donde iban a parar los desafortunados saltamontes poseedores de semejante alegría intestinal.
¿Quieres comentar esta entrada? Adelante, pero... ¡cuidado, muerto viviente! Usa un lenguaje adecuado y sé respetuoso con el resto de zombies. De lo contrario, el comentario será eliminado. ¡Gracias por visitarnos!
Que ascazo de gusano... aunque por otro lado, es un enemigo realmente poderoso, escurridizo y eficaz.
ResponderEliminarRealmente me ha sorprendido mucho lo que he leído al respecto. No he acabado de entender bien lo de que el saltamontes se convierte en zombie... quiero decir, que el gusano salió de él, verdad? como en el vídeo que aparece, que por cierto, que largo que puede llegar a ser!! y es rápido en el agua!! (No me gustaría encontrarme uno de esos, aunque espero que estén muyyyyyy al fondo del océano). A lo que iba, ¿¿quieres decir que el saltamontes seguía vivo??
Antes que nada, bienvenida y gracias por preguntar.
ResponderEliminarNormalmente los ciclos de vida de los insectos suelen ser considerablemente complicados, lo que les hace más interesantes desde el punto de vista evolutivo. Eso es lo más bello del parasitismo... mejor dicho, lo único bello del parasitismo xD. Pero la naturaleza es pragmática en todos sus aspectos y el pobre saltamontes es solo un medio para el gusano. Escurridizo y eficaz, tú lo has dicho.
Sinceramente dudo que el huésped siga vivo después de que semejante gusano salga de su interior, de hecho no he encontrado nada que diga lo contrario. Sin embargo te gustará saber que el gusano tiene que ser cuidadoso en su proceso de infección, pues tiene que aprovecharse del saltamontes (o la mantis o lo que sea que parasite) sin llegar a matarlo hasta lograr alcanzar la fase adulta, o si no tu me dirás de qué sirve molestarse en parasitarlo. De la misma manera, la presencia del gusano anula completamente toda actividad reproductora del huésped... pero el motivo por el que lo puse aquí es porque la larva crece en el interior del saltamontes y logra ingeniárselas para mantenerlo vivo el suficiente tiempo como para completar su ciclo vital, hacer que el saltamontes se precipite a algún charco o derivados (pues es la única manera de que el gusano pueda salir), encontrar una pareja, tener descendencia... me voy a emocionar... No se sabe del todo cómo logra el gusano modificar el comportamiento del saltamontes, es decir, el sistema nervioso de un insecto es bastante simple, pero cuando hay neuronas por medio, la cosa se complica.
Pero en realidad esto no es tan común como parece. En vida libre, es decir en la naturaleza fuera del alcance de biólogos sin escrúpulos como un servidor, esto no se da con muchísima frecuencia, lo que ocurre es que el aspecto que tiene llama mucho la atención. Por cierto, no tienes que preocuparte por este animal en concreto cuando te bañes en la playa... en la playa hay otras cosas, pero no abundan los Nematomorfos xD. De hecho el apelativo "horsehair" viene del aspecto de "pelo" que tiene y de que se podían encontrar en abrevaderos, donde iban a parar los desafortunados saltamontes poseedores de semejante alegría intestinal.
Espero haber resuelto tu duda.