Las cosas pintan bien por Suecia. He controlado las plagas que me hacían imposible la vida, el frigorífico vuelve a funcionar, no queda rastro de hielo en las calles y los grados van despuntando poco a poco, dejándose ver perezosamente entre la moribunda escarcha que aun recubre algunos árboles. Estoy especialmente contento y eso me ha motivado para dejar por un momento aparcado el instinto de supervivencia y dedicarme a la ociosidad, aunque solo sea por un momento.
Hace algunas semanas eché la vista atrás para recordar viejos y mejores momentos, en los que tu mayor preocupación era quedarte sin monedas en los recreativos o que el contador de créditos de tu videojuego favorito llegara a cero, obligándote a recorrer todo el camino andado con una resignación que, por aquel entonces, nos parecía digna del mayor de los mártires. Y a aquella época voy a referirme esta semana.
No todos podemos decir que en nuestra etapa preadolescente supiéramos qué tipo música nos acompañaría el resto de nuestra vida. Yo tuve la suerte de entrar en contacto con el rock y el heavy metal a una considerable temprana edad, hasta el punto de que la primera canción que salió por mi boca fuera “Still loving you” de Scorpions a la tierna edad de tres años. El pescado estaba ya vendido por aquel entonces. Pero no fue hasta bien pasados los años cuando descubrí el grupo del que os hablaré hoy. Por aquel entonces no le di importancia a pesar de la rotundidad de la letra y el ritmo pegadizo de la melodía: “Die, die, die, my darling”, “I'll be seeing you again, I'll be seeing you in Hell”. Por alguna razón no caló demasiado hondo, quizás fuera porque para mi el punk era una cosa y el rock era otra bien distinta o porque simplemente no escuché ninguna otra canción del grupo. A día de hoy cada vez estoy más seguro de que es la segunda razón por la que no he vuelto a saber del grupo hasta hace un mes escaso. Hablo de “Misfits”, y ahora no puedo parar de escucharlos. Han vuelto como una reminiscencia platónica y lo han hecho en el mejor momento. Cada día escucho una canción nueva y el álbum “Famous monsters” está más que rallado y me voy a parar aquí, en este álbum.
Cuando llegas a la séptima canción de “Famous monsters” te encuentras con una obra maestra llamada “Scream!”. Otra declaración de intenciones, atended a la letra si no: “I can't wait to hear you scream” y, sin embargo, fue compuesta en un parking de Seattle. En un principio la intención era incluirla como música para Wishmaster o Scream 2 de Wes Craven, pero finalmente no formó parte de ninguna de las dos películas. Sin embargo, el vídeo no corrió la misma mala suerte, pues está dirigido ni más ni menos que por George A.Romero. En un ejemplo solemne de reciprocidad y quid pro quo, éste solicitó los servicios de los cuatro músicos para una interpretación en la escena final de Bruiser, a cambio de dirigir el videoclip de “Scream!”. No puedo decir nada más. Juzgad vosotros mismos.
Ni puedo imaginar las veces que lo he visto y me sigue pareciendo una maravilla. Especialmente, y dando por sentado el valor que tiene en general, me quedo con dos detalles: el momento “Ven para acá, guapa, no te vayas” del minuto 0:56 y la impecable estrategia de la enfermera que, a partir del minuto 2:00, intenta escapar del guitarra poniendo unas insalvables cortinas en plan “a lo mejor se lía, se cae, se lesiona y ya no me persigue más”.
Pocas maneras se me ocurren mejores para empezar la semana que recuperando esta joya o incluso puede que desvelarla por primera vez al que desconozca esta banda que supo aunar de forma magistral el punk y el rock para convertirse en la leyenda que son ahora. Dejad por hoy de vigilaros las espaldas y disfrutad de esta píldora de historia de la música.
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