El invierno se aleja a paso lento pero con decisión en Suecia. Las
temperaturas suben paulatinamente hasta alcanzar unos nada
desdeñables 0ºC. El hielo que permanecía afianzado en los tejados
impasible ante los tímidos rayos de Sol está sucumbiendo mililitro
a mililitro. Las calles se llenan de charcos y la luz remolonea a diario en el horizonte resistiéndose a
desaparecer. Un paisaje desapacible para un recién llegado, un motivo
para la esperanza para un proyecto de veterano.
No obstante, el cálido cobijo que ofrece el refugio se sigue haciendo tentador y,
aunque las expediciones, aun infructuosas, cumplen una periodicidad
casi religiosa, el domingo no me encontraba del todo bien y aproveché
para hacer un alto en el camino e incluir una sesión de relax en el
orden del día. Pero ni con esas puedo quitarme de la cabeza a los
zombies y la amenaza potencial que suponen.
Por casualidad encontré algo que me dejó totalmente descolocado. No
es raro encontrar guías de supervivencia o kits de emergencia en la
red. Sin ir más lejos, en este mismo blog se habló en una ocasión
sobre un kit de emergencia extrema, pues no ocupaba más que el
volumen propio de una botella de cerveza. Pero en este caso es
totalmente distinto. Todo cobra un cariz distinto cuando quien da el
aviso y pone a disposición del público la información es el
mismísimo CDC (Centers of Disease Control and Prevention).
Malditos sean, esta información data de mayo del año pasado y yo me
entero ahora... ¡y de casualidad! Creo que merece ser tratada con la
cautela que le corresponde y, en su caso, someterla a las críticas
que sean necesarias. Al parecer, medio en serio, medio en broma, esta
gente decidió poner a disposición del público una serie de guías y consejos esenciales para hacer frente a un apocalipsis zombie bajo
la premisa “Más vale prevenir que curar”. A tal efecto, nos
aconsejan contar con un kit de emergencia en nuestra casa que incluya
agua, comida y los suficientes items que te permitan pasar el primer
par de días antes de lograr encontrar un refugio libre de zombies.
Por supuesto, esta gente nos pinta la mejor de las posibles escenas.
El panorama que nos describe presupone que todo lector es capaz de
poner en práctica un protocolo de prevención digno de un
profesional, pues solo sabiendo identificar e interpretar
correctamente una invasión zombie con la poca información que nos
llegaría de los medios de comunicación, que prevendrían el pánico
de la población durante un considerable intervalo de tiempo, te
podrías permitir el lujo de planificar así de bien tu escapada. Si
eres un principiante, más te vale comenzar a duplicar los enseres
que a continuación detalla el CDC y añadir unos cuantos más, sin
contar con los numerosos cambios que tendrá que sufrir tu refugio
para adaptarlo a las circunstancias. Si sabes cuando escapar, si
hueles el peligro y estás correctamente entrenado, el kit de
emergencia se transforma en un kit de supervivencia a largo plazo y
esos dos días de prueba, en una peligrosa prórroga. No he hecho más
que empezar y ya he rajado de arriba a abajo el método. Pero veamos qué
nos aconsejan los señores del Centro de Prevención de Enfermedades.
Cómo podéis observar, se
trata de una lista fruto de un optimismo casi insultante. Entiendo
los accesorios de primeros auxilios, puesto que aunque estés
condenado si un zombie te muerde, no solo estos te esperan en el
mundo exterior y hasta el más absurdo de los cortes,
convenientemente infectado, puede suponer la pérdida de un miembro o
incluso la muerte... pero ¿la documentación? Está claro que
contemplan la posibilidad de que una vez empezado el proceso, todo
vuelva a la normalidad y, en ocasiones, ese optimismo insolente puede
hacerte bajar la guardia y entonces los primeros auxilios ya serán inútiles. Y otra cosa... ¿una organización con sede estadounidense
(Atlanta) emite un kit de emergencia y no incluye una sola arma de
fuego? Vamos hombre, que a estas alturas todos sabemos de qué pie
cojeáis.
Pero sigamos. Dicen:
Si antes metieron la pata
con lo del kit pasajero para dos días, ahora estoy de acuerdo
prácticamente en todo. Estas tres premisas dan por sentado que el
sujeto susceptible de sufrir la invasión zombie cuenta de antemano
con un refugio alejado de grandes asentamientos, lo que le
permitiría, en caso de necesitarlo, acudir a él y evitar exponerse.
De nuevo se hace imprescindible detectar a tiempo los primeros
indicios de una invasión: muertes en extrañas circunstancias,
“asesinatos” macabros que carecen de explicación, una frecuencia
poco común de sucesos a priori injustificables... toda esa
información que llegaría a nosotros con cuentagotas es de vital
importancia y solo sabiendo descifrarla correctamente se podrá
poner en práctica satisfactoriamente el protocolo de evacuación que
nos plantean.
Por último, y justo a
continuación de un título “made in EE.UU”, nos dan un último
consejo.
Como colofón a esta más que somera guía impregnada de mofa, el CDC se mea en la cara de todos nosotros diciéndonos que estarán preparados pase lo que pase, que velan por nuestra seguridad. Estos organismos quieren hacer creer a una población desencantada con las políticas de gestión que aseguran velar por nuestra salud, que no corremos ningún peligro. Pues siento objetar, pero muy probablemente, y debido a la propia naturaleza humana que nos hace ser curiosos y confiados a partes iguales, cuando nos demos cuenta, no va a haber CDC que nos salve. Y ¿por qué termino con esta alusión a la ingenuidad humana? Porque este documento fue emitido como cebo para tomar medidas en caso de desastres naturales: tornados, huracanes, terremotos,... Es decir, aprovecharon el tirón mediático de los zombies para meter información, cuya utilidad no critico, ojo, pero que se aleja bastante de lo que han de ser las directrices pertinentes en caso de una verdadera invasión zombie. En palabras del director de la Oficina de Prevención y Respuesta de Salud Pública, el doctor Ali S. Khan: “Si estás en general bien equipado para tratar de frente un apocalipsis zombie, estarás preparado para un huracán, una pandemia, un terremoto o un ataque terrorista”.
Sin duda alguna, todo son buenas intenciones, pero el ser humano no sobrevive a base de ideas y pretensiones, sobretodo si esconden tras de sí esas notas frívolas que nada nos ayudarán en un futuro para el que aun, por desgracia, la inmensa mayoría de la población no está preparada. No pretendo que me tilden de alarmista, tan solo intento mantener vigiladas las espaldas.
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