En fin, no me enrollo más. La película empieza con un barco a la deriva que se acerca a Nueva York y es interceptado por una patrulla para ser investigados por dos agentes. En su interior hallan un zombie. La policía decide investigar el caso interrogando a Anne Bowles, hija del propietario del barco, pero ésta decide investigar por su cuenta y se topa con un periodista que posee una carta escrita por el padre de la muchacha. Esta carta les conducirá a una isla que se encuentra bajo un influjo Vudú donde las cosas empiezan a ponerse interesantes.
Los adictos al genero Z suelen conocer esta película por la famosa escena del zombie luchando contra un tiburón, una secuencia que, pese a no tener sentido alguna, merece la pena ver por lo bien hecha que está, puesto que parece que estés viendo un documental de especies submarinas. Y bueno… esta una de las escenas en la que podrás ver a una de las protagonistas en… ejem… Podemos decir que al menos lleva puestas las gafas de buzo.
No nos desviemos. Los zombies setenteros están a la altura de los zombies que puedes ver en las películas del género Z de este siglo. Una película que no tiene desperdicio, la única pega que puedes encontrarle es el doblaje al castellano al nivel habitual de cualquier película de la época.
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