Poco después de que aquí
se liara muy parda, en EEUU estrenaban The Walking Dead.
¡Pero si empezó con
el cómic! Vaya, no se enteran de nada.
Pues está usted en lo
cierto y a la vez no, mi querido y agresivo lector. Las únicas relaciones entre la película y el cómic están en el título y en
la temática Z.
La
película de la Warner fue dirigida
por Michael Curtiz (que también dirigió Casablanca) y
protagonizada por Boris Karloff acompañado por Ricardo
Cortez, Edmund
Gwenn y Marguerite
Churchill.
Boris Karloff es muy conocido dentro del género de terror porque ha dado muerte a Frankenstein en varias películas clásicas.
El film comienza cuando unos abogados inculpan de la
muerte del juez al protagonista, John Ellman, elegido porque ya fue condenado por el juez. Si además le defiende ante el tribunal el cerebro de la
operación, la silla eléctrica está garantizada. Pero
algo ocurre. Y no es cualquier cosa. Os lo garantizo. Ya sigo.
Hay un doctor, el señor Beamont, relacionado indirectamente con lo sucedido que tras investigar consigue que Ellman vuelva a la vida. Como Jesucristo pero con la ciencia. Lo que pasa que el reo no vuelve cargado de paz y amor, sino violento. Es entonces cuando empieza lo bueno. También, creo que la excelsa actuación del protagonista explica porqué Karloff fue elegido tras sus papeles en las películas de Frankenstein, que continuarían.
Ellman vuelve a la muerte como un zombie que habla (poco y mal), pero que es incluso capaz de tocar con talento el piano sin
que al verlo parezca un gag absurdo. Encaja con la historia. Hacia el final es cuando comienza la violencia... pero no os lo cuento, mejor buscad la película, porque dura escasamente una hora y es muy entretenida.
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