sábado, 31 de diciembre de 2016

ROTTEN SHAOLIN ZOMBIES

Hay algo en "lo cutre" que lo hace extrañamente atractivo. Algo que te mantiene pendiente y pegado como una lapa al asunto en cuestión, sumido entre una mezcla de admiración y absoluta perplejidad al ser consciente del tiempo que estas perdiendo en semejante tarea. Todas esas cosas, que van desde un corto do it yourself a un buen programaco de "Qué tiempo tan feliz", constituyen un magma que, aun heterogéneo, fluye como un todo y se apodera de tus sentidos y hace más que razonable el término "fascinación por lo cutre" acuñado por Pepe Colubi.

El tiempo empleado en deleitar tus lobulazos cerebrales a ritmo de descarga hormonal y vergüenza ajena es tiempo que no hace mal a nadie. Eres tú y la película/serie/libro/loquesea. Puede que vaya acompañado de cierto ostracismo, sólo sea por preservar tu intachable gusto cinematográfico copado por Kusturicas y John Fords. Pero cuando se hace en grupo, aquello se convierte en una auténtica conjura pseudo-chamánica de individudos pasmados ante los bailes del brujo del poblado que perpetra sus danzas con un garrote de plasticazo de los chinos y un taparrabos de cuando su crío se disfrazó de Tarzán el año pasado en el colegio.

Y ojo, todos contentos. De vez en cuando, algún comentario salta de entre los asistentes para dejar patente que ese o aquel efecto había colmado su vaso de paciencia, para acto seguido volver a caer irremediablemente en las garras de lo abyecto.

Y todo esto, ¿a qué viene? Bien. El sopor característico de las fiestas de navidad  ofrece una ventana a la procrastinación sin parangón. Nochebuena y Nochevieja, guay. Familia, ruidos ensordecedores y cantidades grotescas de comida como actividad principal. Todo está bajo un control muy lábil esos días. Pero, ¿mientras tanto? Me he visto envuelto en una espiral de baja actividad cerebral y remedios contra los rigores invernales entre los que un brasero ocupa un merecido primer lugar. En definitiva, mi cuerpo y mente dormitaban inmunes a toda actividad física más allá del pulgar con el que manejaba las dos aplicaciones de móvil entre las que me movía cada cierto tiempo. Rodeado de la típica bruma atufante que despedía brasero y algún que otro bol de palomitas estratégicamente preparadas para aderezar el ritmazo de tarde que estaba teniendo, me decido a repasar las notas del móvil. Entre recomendaciones de películas, discos, documentales y chorradas varias, me llamó la atención una en particular:


En mi situación, sólo me faltaba pupar y rodearme de una crisálida, así que hice acopio de energía y me dirigí al ordenador para ver qué había detrás de esas tres palabras que auguraban tan estupendo manjar audiovisual.

En buen momento se me ocurrió.



Cartel de la joya.
ATENCIÓN: TODO LO QUE VIENE A CONTINUACIÓN ES PURO SPOILER. Si queréis ver el corto antes de leer, podéis ir hasta abajo y verlo aquí mismo. También podéis buscarlo vosotros mismos, yo qué sé, haced lo que queráis.

Se trata de un cortometraje de 22 minutos y medio, del 2004, rodado en Calgary con un presupuesto menor de 1000 dólares canadienses (jamás lo hubiera dicho). Una temblorosa cámara y la nada desdeñable cifra de 61 visualizaciones auguraban un ratito de lo más agradable, a tenor de lo expuesto más arriba.

El corto está protagonizado por dos hermanos karatekas cuya vida gira en torno a las artes marciales. Sólo hay una cosa que les gusta más que el kárate, y es practicarlo juntos. Darse una buena, fraternal y realista somanta de hostias, vamos. Practican mucho kárate, de hecho invierten gran parte del corto a base de hostieja limpia, haciendo gala de una limpieza coreográfica que ya le hubiera gustado a Bud Spencer.

Y entre patada y patada, también se tiene que descansar, porque son asiáticos pero eso de calentarse el lomo al final como que pide silla, así que deciden ponerse morados a sushi. Piden una pescadilla que eso no hace falta ser pescadero para pasar y pedir un menú infantil, pero el cocinero se pone a partirla y nada más hincar cuchillo, pega un salto que da gusto verlo (ayudada por el hilo de pescar que se conoce que aun lo tenía enganchado desde que la pescaron) y se tira como loca a hocicarle el ojo al hermano. Aturdido por la violencia de la situación, el hermano número dos se queda mirando mientras el pescado se acaba papeando el ojo del pobre chino canadiense. Total, que al final el hermano la palma y el chaval se queda hecho polvo porque a ver donde encuentra alguien con quien gratinarse las orejas a hostias. Pero bueno, al rato el hermano muerto sale de la tumba con la cara más hinchada que un balón de Nivea y se pone a repartir cariño por donde pasa: un muerdo al cuello de uno, a otro le mete mano más profundo de la cuenta y le saca los higadillos y hasta el maestro karateka recibe palos y la acaba espichando. El hermano dice "al maestro si que no" y se tira a la calle a ver si encuentra a su hermano y le dice un par de cosillas, que lo está dejando todo manga por hombro.

"¿Aquí dónde se sale?"





Somos lo que comemos.

























El caso es que al final se encuentran en un descampado y después de una cabalgata de hostias al aire, que es lo que mola del corto, antes de morir del todo el zombie le hinca el diente al hermano sano, el chico empieza a encontrarse mal y acaba de rodillas echando una pasta verde por la boca, que parece que se ha puesto hasta arriba de Licor del Polo, porque se ve que en Canadá los zombies pasan por esa fase de regurgitación, que parece un buitre amorrándose a los pollos en el nido.

El encuadre, cuidado con esmero, es uno de los puntos fuertes del corto.

Y ahí acaba, con el suspense en todo lo alto, como tiene que ser. Un final abierto por si al director, que está como una puta cabra alemana, se le ocurre otra vez coger la cámara. Os dejo el corto aquí abajo por si queréis pasar un ratejo bueno y disfrutar de su impecable factura técnica, de un guión redondo y de unas interpretaciones de esas que te dan repeluco del malo.

Besis.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar esta entrada? Adelante, pero... ¡cuidado, muerto viviente! Usa un lenguaje adecuado y sé respetuoso con el resto de zombies. De lo contrario, el comentario será eliminado. ¡Gracias por visitarnos!