Mientras nos manteníamos ocultos, las
motos aminoraron a medida que se acercaban a nuestra posición hasta
que se detuvieron totalmente. Ninguno de los que estábamos
escondidos alcanzaba a ver algo debido a la posición que
manteníamos. Por mi parte agudicé el oído cuando todas las motos
detuvieron su marcha.
- Me llamo Paco.
- ¿De dónde has salido? -Preguntó la misma voz-.
- He venido en un coche. El lugar donde me escondía fue atacado por esos seres, y ahora no sé donde refugiarme -me percaté del esperado singular en el sujeto de a oración-.
- ¿Estabas muy lejos? -otra vez la misma voz, pensé, esto es raro-.
- No demasiado.
- ¿Cuánto es no demasiado?- dijo esa voz casi gritando-.
- Unos diez kilómetros. ¿Por qué?
- ¿Hace cuánto tiempo?
- No sé...
- ¡No sé, no! ¡¿Cuánto?!
- Unas dos horas.
- Pues no tenemos mucho tiempo, dile a tus amigos que salgan y seguidnos. -dijo una voz femenina de unos treinta años de forma autoritaria-.
- ¿Pero cómo?..
- Iréis en vuestro coche, si no podéis seguirnos no pararemos más. Tenéis tres minutos a partir de ya para prepararos.